domingo, 4 de septiembre de 2011

Getting on my fuckin' nerves

Lo de las mariposas en el estómago no ha dejado nunca de ser un tópico. Pero siento los nervios parpadeando dentro. Nervios como cuando está a punto de aflorar una gran verdad. Nervios antes de un examen para el que estudiaste hasta quedar sin sueño, y no ver más que números desfilando entre tu desconcierto y el papel. Nervios como cuando entre tu voz y los demás se interpone un micrófono o un megáfono, y te escuchas decir lo que a todas luces o a todos sonidos es una incoherencia grande y profunda. Nervios de escenario que envidias cuando son otros los que los sienten, que te recuerdan cada día los sueños pendientes. Nervios de mentira, anfetamínicos, con sabor a cafeína. Tu pulso es un revoltijo, y sube y baja y aletea y se retuerce, y tus nervios lo envuelven todo y te tiembla hasta la vista. Nervios como cuando esperas a que lleguen temiendo que te planten. Nervios punzantes como alfileres bailarines, dando vueltas ya descabezados, con sus vibraciones de plata. Nervios antes de coger un avión, nervios de viaje, de maletas al pie de la cama, de cambio y de aventura. Nervios de vértigo. Nervios que asustan cuando la vida amenaza con ser otra. Y tú decides si los nervios son miedo o espuelas, clavándose en tu piel para que corras más. Para que corras hacia eso que te pone de los nervios.

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