Los minutos tienen alas
y vuelan hasta
derretirse
y el minuto siguiente es
de cera fundida y barro
e inclino ante él
la debilidad acuosa
de mis labios purpúreos
y le imprimo al pasado
una orden de desahucio:
no tengo ganas de que regreses
pero
recuerdo cuando la vida era algodón
porque ahora es algodón
algodón en llamas
y la urgencia del incendio
empapa de gasolina todo a su alrededor
y nos desgañitamos
sobre la almohada
cubierta de las cenizas
de una crepitante hoguera.
Nunca nos enseñan
Hace 9 años
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